Mostrando entradas con la etiqueta .. Adriano Clemente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta .. Adriano Clemente. Mostrar todas las entradas

[..]Küntche Gyalpo :
(TIB. Kun-byed rgyal'po) [SC. Sarvadharma mahasanti bodhicitta kulayaraja] 
«El rey creador de todas las cosas, la fuente suprema».
 tantra fundamental del Dzogchen semde (TIB. rDzogs-chen sems-sde) 
com­puesto de ochenta y cuatro capítulos, 
donde se exponen las doctrinas fundamentales del Dzogchen.
El texto insiste en el principio de las «diez ausen­cias» 
que diferencian al Dzogchen de los tantra del Vajrayána. 
Esas «diez ausencias» (TIB. med-pa bcu) son:
01.   Ninguna visión filosófica sobre la que meditar.
02.    Ningún samaya que preservar.
03.     Ningún medio de actividad espiritual que buscar.
04.    Ningún mandala que crear.
05.    Ninguna transmisión de poder que recibir.
06.    Ninguna vía que recorrer.
07.    Ninguna «tierra» (SC. bhumi, TIB. sa) que agotar por medio de la purificación.
08.    Ninguna conducta que abandonar ni que adoptar.
09.    Desde siempre, una total ausencia de obstácu­los en la sabiduría primordial nacida de ella misma.
10.  Una perfección espontánea más allá de toda es­peranza o de todo temor.
El sentido de estos diez puntos debe entenderse en el marco específico del Dzogchen: 
conciernen al estado natural último, rigpa, también llamado bodhicitta (TIB. byang-chub sems), 
que trasciende el dominio del espí­ritu conceptual (SC. citta. TIB. sems).
Mientras que los ocho primeros vehículos, 
incluidos en los tantra superiores, se apoyan en el espíritu con­ceptual, 
el Dzogchen se apoya únicamente en la reali­zación directa de la sabiduría primordial de rigpa. 
De ahí este lenguaje «absoluto», 
Rigpa se denomina aquí Kun-byed rgyal-po. 
«El rey creador de todas las cosas, la fuente suprema» 

El tantra se presenta como un diálogo entre:
 «El rey creador de todas las cosas, la fuente suprema» "Dharmakaya" y 
Sattvavajra «su propio reflejo de sa­biduría» "Sambhogakaya". 
Según un procedimiento literario corriente en los tantra, 
la naturaleza última, rigpa, se expresa en pri­mera persona "yo", 
como lo ilustra este pasaje del tantra:
«Espíritu de Despertar que todo lo crea, 
yo soy el origen de todos los fenómenos; 
su modo de aparición constitu­ye mi esencia: 
la manera en que surgen es mi prodigio mágico: 
todos los sonidos y las palabras que así surgen 
son la expresión de mi contenido en sonidos y pa­labras. 
Los cuerpos de los buddhas sus sabidurías y sus cualidades, 
el cuerpo de los seres sensibles y sus tendencias kármicas. etc., 
la totalidad de la existencia aparente, el mundo y los seres reunidos, 
son desde siempre la esencia del espíritu de Despertar»
(a partir de la trad. francesa de P. Cornu).
• El Kun-byed rgyal-po. único tantra del Dzogchcn que figura en el Kangyur, se encuentra traducido y comentado en dos obras: NEUMAYER DARGYAY. E. K.. The Sovereign All-Creating Mind. the Motherly Buddha. Albany. Suny. 1992: CHÖGYAL NAMKHAI NORBU y CLEMENTE. A.. The Supreme Source. Ithaca. Snow Lion. 1999.


El maestro Shri Simha, activo en el siglo VIII,
es sin duda la figura de mayor relevancia en la historia de la introducción del Dzogchen en el Tíbet,
en tanto que fue él quien transmi­tió las enseñanzas del Semde y el Longde al traductor tibetano Vairochana. 

Según el Vairo Drabag, como hemos leí­do,
Shri Simha fue discípulo de Buddhagupta y maestro de la bhikshuríl Kungamo y Vairochana.
Sin embargo, las tradi­ciones del Longde y el Mennagde narran, en cambio,
que fue discípulo directo de Mañjushrlmitra. 
El relato de su encuen­tro según los textos del Mennagde puede encontrarse traduci­do en distintas lenguas occidentales. Resulta especialmente significativo el relato que encontramos en el Puente del vajra del Longde  donde se reiteran ciertos elementos que ya he­mos encontrado a propósito de la historia de Mañjushrlmitra.

A continuación sigue una versión ligeramente abreviada:
Shri Simha se preguntaba si, aparte de los métodos de acu­mulación y purificación que presuponen la necesidad de muchas vidas para realizarse, existían unas enseñanzas que permitiesen comprender la naturaleza última en un instan­te y alcanzar el despertar en una sola vida.
Cuando acu­dió a los eruditos de Nalanda, los panditas expertos en el Mantrayana le dijeron: «Siete generaciones atrás el maestro Mañjushrlmitra planteó la misma pregunta y luego fue al en­cuentro de Garab Dorje. Si ahora te diriges hacia el sur, en la región de Betai Ling, encontrarás al maestro Mañjushrímitra en el pueblo de Pelyon Tamche Jungwa.
¡Él posee lo que tú estás buscando!» 

«¿Es difícil llegar hasta allí? ¿Cuánto tiempo se requiere?", preguntó Shrí Simha. 

«El camino es muy largo y hacen falta alrededor de trece meses para com­pletarlo.
Además, está infestado de yakshas y dákinis mal­vados, serpientes venenosas y bestias feroces.» 

Shrí Simha dudó por un instante y luego preguntó: «¿Existe algún ata­jo?»
«Existe un camino bajo tierra, pero no está falto de pe­ligros porque en él también hay serpientes venenosas y mo­ran espíritus cautivos», le respondieron los panditas.
«¿Y no existe ninguna protección para todo esto?», preguntó Shri Simha,
y los panditas le respondieron: «Para protegerte de las serpientes y los espíritus deberás untarte el cuerpo con un aceite especial llamado maghita y llevar una lámpara de grasa humana. Además, como siempre estarás en la oscuri­dad, necesitarás también una antorcha.»

Con gran esfuerzo, Shri Simha se hizo con todo lo ne­cesario y partió. 
Tras seis meses viajando en la oscuridad y sin encontrar ningún obstáculo, 
llegó al pueblo indicado en la región de Beta Ling.
Allí preguntó dónde se encon­traba el maestro y un aldeano le respondió:
«Sabemos que en nuestro pueblo vive un tal Mañjushrímitra,
¡pero no te­nemos ni idea de qué aspecto tiene!»

Otras personas tam­bién le respondieron lo mismo y, así,
durante todo el sépti­mo mes de su viaje continuó buscándolo por todas partes,
sin encontrarlo.
En una ocasión, 
Shri Simha se encontraba cerca de una fuente 
cuando vio llegar a una anciana en busca de agua 
y le preguntó también a ella si conocía al maestro Mañjushrímitra.
La mujer, sin responderle, 
se dispuso a reanudar su cami­no pero cuando fue a levantar su jarra no pudo despegarla del suelo 
(Shrí Simha estaba usando sus poderes mágicos).
Entonces, la anciana pronunció la fórmula citta abhiprasa la y se abrió el pecho, 
mostrando en su corazón el mandala de las nueve divinidades del ciclo de Yangdag.
Entonces Shri Simha le volvió a preguntar si conocía al maestro Mañjushrimitra y ella le respondió:
«¡Por supuesto! Sólo yo lo conozco: ¡es mi hermano!» 
A continuación se cerró de nuevo el pecho y, 
tomando la jarra de agua, se puso en cami­no hacia su casa, seguida de Shri Simha.
Cuando llegaron a la casa de la anciana, 
Shri Simha vio a un hombre con aspecto de monje y el pelo recogido enci­ma de la cabeza, que labraba su campo empujando un ara­do hacia delante mientras sostenía un yugo sobre la espal­da.
La anciana lo señaló y dijo: «¡Es él!»
Pero Shri Simha, dudando, 
pensó: «El maestro Mañjushrimitra debe tener el aspecto de un pandita o un yogui, 
y este hombre parece un religioso laico normal y corriente.
Aun así, ¿podría tratarse del maestro?»
Al cabo de un rato. Shri Simha le pidió algo de comida al hombre y éste respondió:
«¡Aquí no tenemos comida; ve al pueblo a pedirle limosna a mi mujer!»
Al llegar al pueblo, la mujer de Mañjushrimitra le dijo: «Hoy no tengo tsampa»" y, a continuación, cogió siete gorriones que había compra­do en el mercado y,
después de cocinarlos con todas sus plumas, se los sirvió con arroz.
Entonces. Shri Simha dijo: «Como soy un bhikshu no me está permitido comer carne, 
especialmente la carne de animales que se matan a propósi­to para mí».
Entonces, la mujer exclamó: «¡Muy bien!», y después de poner los siete gorriones en la palma de su mano, 
sopló sobre ellos y éstos salieron volando libremente por el cielo.
Shri Simha pensó: «¡Si esta mujer posee tales pode­res mágicos, 
es posible que aquel hombre sea realmente el maestro Mañjushrimitra!», 
por lo que decidió cerciorarse de ello.
Al llegar el anochecer, como necesitaba encontrar un lugar donde dormir, 
se le permitió quedarse allí.
El hombre con aspecto de monje, que en realidad era el maestro,
no tar­dó en llegar e inmediatamente le preguntó a la mujer:
«¿Le diste de comer?»,
y ella respondió: «Le ofrecí comida pero no la quiso.»
«¡Como él quiera!» añadió el maestro.
Por la mañana. Shrí Simha comenzó a leer en voz alta La red de la manifestación mágica de Vajrasattva.
En un principio, el maestro escuchó sin levantarse, luego se alzó y siguió escuchando hasta que Shri Simha hubo terminado. Entonces, le dijo: «Ya no digamos su significado verdade­ro, ¡pero es que ni siquiera de las palabras comprendes el sig­nificado!»,
y Shri Simha pensó: «¿Será en verdad el maes­tro?»
Más tarde, la mujer regresó del mercado, donde había comprado el brazo izquierdo de una mujer, 
todavía fresco y con cinco brazaletes puestos. 
Lo cocinó y lo sirvió, 
pero Shri Simha exclamó:
«¡Yo soy un bhikshu y no puedo comer car­ne, especialmente carne humana, 
ya sea de hombre o de mu­jer!»
Entonces, el maestro cogió aquel brazo y chasqueando los dedos 
lo hizo desaparecer en el cielo envuelto en un des­tello de luz.
En aquel instante Shri Simha se dio cuenta de que se encontraba ante Mañjushrimitra,
le ofreció un mandala de oro, se postró a sus pies y le circunvaló tres veces.
Entonces le dijo: «¡Te ruego que hagas surgir en mí el conocimiento que tú posees!»
Pero el maestro permaneció en silencio.
Shri Simha repitió el ritual tres veces más, pero el maestro no res­pondía nada.
Desalentado Shri Simha pensó: «El maestro no quie­re enseñarme, será mejor que me vaya.»
En aquel instan­te el maestro gritó en voz alta: « Shri Simha, ¡ven aquí!»
Shri Simha se levantó de inmediato y vio a Mañjushrimitra tumbado en el suelo rodeado de suciedad.
Así que, pensan­do que el maestro quería hacerle barrer el suelo, se puso a limpiar vigorosamente el suelo, hasta barrerlo dieciocho ve­ces.
Al final, completamente exhausto, se puso a descansar.
En aquel momento se dio cuenta de que en la almohada del maestro 
había un fruto de color llamativo y fragante olor. 
Pensando que el maestro quería que lo comiera, 
lo mordió y sintió ocho fantásticos sabores distintos. 
Pero apenas termi­nó de comerlo se sintió mal y empezó a vomitar, 
sintió que perdía el conocimiento y creyó que iba a morir.
Shri Singha
Entonces, por siete veces formuló el siguiente pensa­miento:
«- ¡Aunque muera, no importa!
Al principio, cuan­do el maestro araba el campo llevando el yugo sobre la es­palda.
estaba enseñándome a través de los símbolos, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando ha hecho que me sirvieran la carne de aquellas aves,
estaba transmitiéndome el conocimiento a través de aquel símbolo, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando he terminado de recitar el texto,
me ha transmitido el conocimiento a través de sus palabras simbólicas, pero yo no lo he comprendido.
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando ha hecho que me sirvieran aquel brazo de una mujer,
estaba transmitiéndome el conocimiento a través de aquel símbolo, pero yo no lo he comprendido. 
- ¡Aunque muera, no importa!
Cuando le he ofrecido el mandala,
postrándome y circunva­lándolo, y el maestro no me ha respondido, 
no he compren­dido lo que simbolizaba el silencio. 
- ¡Aunque muera, no im­porta!
Cuando pensaba en marcharme y el maestro me ha llamado,
me ha hecho barrer el suelo, no he comprendido el símbolo.
- ¡Aunque muera, no importa! Cuando, por últi­mo, me he comido el fruto, no he comprendido el símbolo.
 ¡Por esto, aunque muera, no importa!»

En aquel instante, Shrí Simha se puso a vomitar y reco­bró la conciencia,
miró hacia arriba y vio al maestro de pie a su lado, que le decía:
«¿Qué es lo que quieres?»
«¡Deseo un método que me permita obtener la comprensión en un instante
y alcanzar el despertar en una vida!», contestó Shri Simha.
Entonces el maestro le preguntó:
«¿Pero aún no lo has comprendido?»
«¡No, maestro!», dijo Shri Simha.
«Yo te he enseñado desde el primer momento, 
 Mañjuśrīmitra 
¡eres tú quien no ha comprendido! 
. Cuando araba el campo, 
te he enseñado el significado verdadero de método y prajña. 
. Cuando te han servido la carne de los gorrioncillos, 
a través de aquel sím­bolo te he enseñado la naturaleza última de las seis concien­cias agregadas. 
. Cuando recitabas "La red de la manifesta­ción mágica" 
te he enseñado que todos los fenómenos están más allá de la explicación. 
. Cuando te han servido el brazo de una mujer, 
el hecho de que fuera el izquierdo representa­ba prajña, 
mientras que los cinco brazaletes representaban las cinco sabidurías. 
. Cuando me has ofrecido el mandala, 
te has postrado y me has circunvalado, pero yo he permaneci­do en silencio, 
te he enseñado que todos los fenómenos es­tán más allá de la palabra, 
el pensamiento y la definición.           
. Cuando, al no haber comprendido, 
has decido irte, para pu­rificar los dieciocho elementos sensoriales
te he hecho ba­rrer dieciocho veces el suelo. 
Viendo que todavía tenías obstáculos dualistas, 
tanto profundos como sutiles, ligados a la idea de sujeto y objeto,
te he hecho comer aquel fruto.
Entonces, tu aferramiento por su color y su olor 
simbolizaba el aferramiento que se tiene por los objetos del mundo exter­no. 
Tu aferramiento por su excelente sabor, 
en el momento en el que lo has mordido, 
simbolizaba el aferramiento hacia la mente conceptual 
que constituye el sujeto interno. 
Luego te has sentido mal debido a los obstáculos 
relacionados con la dualidad entre sujeto y objeto, 
pero mientras sufrías has pensado siete veces que no te importaba morir, 
con lo que has purificado los obstáculos y te has curado.»
Entonces, 
Mañjushrímitra le trasmitió el significado de lo sin nacimiento, 
lo ininterrumpido y lo no dual 
pronuncian­do las sílabas simbólicas A, HA, HO, YE,
y Shri Simha tuvo la experiencia del sonido natural
de la condición última de los fenómenos,
que se prolongó durante siete días.

Cuando des­pertó de este estado, vio a su lado al maestro, 
quien para que no olvidara el significado de lo que le había dicho
le trasmi­tió la palabra simbólica abandhara 
Shri Simha compren­dió que significaba: 
«¡Mira hacia el centro del cielo!» 
Así, al alba, mientras los planetas, las estrellas se ponían,
las nubes y la oscuridad se desvanecían, 
dirigió la mirada ha­cia el espacio delante de él, ni arriba ni abajo. 
Comprendió entonces que, 
al igual que el espacio no está producido por causas
y no depende de condiciones para manifestarse, 
ni puede identificarse de ningún modo, 
del mismo modo la na­turaleza verdadera de la mente no está producida por causas 
no depende de condiciones y carece de toda substancia
que pueda limitarse en una definición. 
Shri Simha obtuvo así el siddhi supremo y, como consecuencia, 
también los siddhis comunes,
purificando todo su karma y sus correspondientes huellas residuales.»


[..] Ocho dharmas mundanos.
[..] Por muy apegados que estemos a las cosas de esta vida, no hay forma de retenerlas. 
La juventud, con todos sus placeres, pasa rápidamente; 
y el vivir hasta los cien años sin una práctica espiritual sólo servirá para prolongar el sufrimiento de la vejez. 
Mientras tu mente permanezca contaminada por las ocho pre­ocupaciones mundanas, 
no esperes que el estudio, la reflexión y la meditación te conduzcan a la liberación. 
Las metas mundanas carecen de finalidad y valor. 
Si por el contrario practicas con la idea de alcanzar el despertar para beneficiar a todos los seres, 
as­piras a la más noble y valiosa de todas las metas: 
la bodhicitta, la esencia de todos los caminos, el único dharma que los consigue todos. [..]

También llamados las «ocho preocupaciones mundanas», 
designan, en el bu­dismo indo-tibetano, 
Nagarjuna las definio muy bien,
son las situaciones mundanas preocu­pantes, 
los pensamientos y deseos sociales 
que desvían al practicante de su objetivo:

-    La esperanza de ganancia y el temor a la pérdida.


-    La esperanza de placer y el temor al dolor.

-    La esperanza de 
renombre, fama o gloria y el temor al anonimato o deshonra.

-   La esperanza de alabanza o elogio y el temor a la difamación, censura o critica.

 Cabe reunirlas en dos actitudes fundamentales  
la esperanza y el temor, [..]  
http://www.akal.com/libros/Diccionario-Akal-del-Budismo/9788446017714
Relacionaré estas con la décima de las diez ausencias 
que aparecen en el kulayaraja tantra.
----------------------------------------------------------------------
[..] El rey creador de todos los fenómenos, (Kunjed Gyalpo, Kulayaraja,
un tantra-raíz del Dzogchen semde, ofrece los siguientes diez puntos,
denominados técnicamente las "diez ausencias" (med pa cu),
características de la comprensión profunda del Dzogchen.

1. No hay visión en la que meditar
2. No hay ningún compromiso (samaya) que respetar,
    salvo morar en Rigpa sin distracción
o en su defecto mantener una conciencia responsable.
3. No hay una determinada cualidad espiritual que desarrollar
4. No hay mandala que crear
5. No hay ninguna iniciación que recibir
6. No hay sendero que seguir
7. No hay niveles de realización (o bhumis) que recorrer
8. No hay ninguna conducta específica que se deba adoptar o abandonar
9. Desde el sin principio la sabiduría natural permanece libre de obstáculos
10. La perfección espontánea (Lhundrub), está más allá de la esperanza y el temor.  [..]
 http://www.editorialkairos.com/catalogo/tantra-de-la-fuente-suprema
[..]La sabiduría nacida de ella misma, inmutable,
transciende causas y condiciones en tanto perfección espontánea (Lhundrub).[..]
--------------------------------------------------------------------------------------------------

[..] Orgulloso.
Sinónimos: soberbio, altanero, arrogante, envanecido, petulante, jactancioso,
presumido, engreído, creído, presuntuoso, vanidoso, chulo, fanfarrón, fantasma. [..]

[..] Engreimiento.
Padma dijo: 
Los mal llamados practicantes del dharma, 
con su arrogancia y engreimiento manifiestan una gran ambición.
La dama preguntó: Qué significa eso
Padma  dijo: 
Algunos son engreídos considerando que poseen muchos conocimientos para enseñar.
Algunos son engreídos por considerarse buenos practicantes del dharma.
Algunos son engreídos considerándose como los grandes meditadores que viven en la soledad de las montañas.

Algunos son engreídos por considerarse 
poderosos y de grandes habilidades.

Viendo riquezas y objetos deseables, 
suspiran como un ani­mal carnívoro oliendo sangre.

Viendo algo poco deseable o molesto, 
escapan corriendo como un yak salvaje puesto en libertad.

Están fascinados por sus propias virtudes como si contem­plaran el ojo de la pluma del pavo real.

Envidian las virtudes ajenas con el mismo celo que vigila un perro guardián.

En cualquier caso, estos engreídos practicantes del dharma son su peor enemigo. 

Siento pena por éstas personas ignorantes atrapadas en el puño de Mara.[..]
que me hizo volver a reflexionar sobre estos asuntos. 



 Enlace recomendado sobre el orgullo:
http://marpamahamudra.blogspot.com/2009/11/falsa-humildad-orgullo.html 


¡Entre los 51 factores mentales, 
hay seis que detallan las seis aflicciones raíces, 
una de ellas es el venenito del orgullo, citaré:

[..]24. El orgullo (Tib.: Nga.guiel). Traducido literalmente del tibetano, significa importancia personal. El orgullo es un factor mental distintivo que, debido a una percepción del yo o de lo mío como autoexistente, se aferra a una imagen de sí mismo inflada o superior. El orgullo surge de una comparación entre lo bueno y lo malo, lo superior y lo inferior.
El orgullo se puede dividir en seis grupos que son los siguientes:
-Orgullo inferior. El que surge cuando nos comparamos con los seres que consideramos inferiores a nosotros.
-Orgullo superior. El orgullo que aparece cuando nos comparamos a aquéllos que están a nuestro mismo nivel social, de conocimiento, etc., y a pesar de ello, nos consideramos superior a ellos.
-Orgullo extremo. Al compararnos con seres superiores a nosotros y seguimos pensando que somos superiores a ellos, entonces aparece el orgullo extremo.
-Orgullo egoísta. Es la actitud presuntuosa de alguien que considera el agregado de su cuerpo, por ejemplo, como algo perfecto; y no sólo eso, sino que percibe el yo y ese agregado del cuerpo como una entidad autoexistente.
-Orgullo auto-afectado. Este orgullo, aparece cuando, ante una serie de personas que poseen un conocimiento mucho mayor que uno mismo, piensa: "Puesto que yo apenas poseo una fracción del nivel de los demás, soy verdaderamente humilde e insignificante". El orgullo auto-afectado, surge de esa humildad que ha declarado, surge de una humildad falsa.
-Orgullo distorsionado. Este es el caso de generar orgullo por seguir un camino espiritual que no es correcto, que su base no es real. Por ejemplo, una persona que, siendo de una moralidad bastante degenerada, se considera a sí misma correcta y virtuosa.
La función del orgullo es evitar el desarrollo de cualquier virtud superior, haciendo a la persona altiva e irrespetuosa. [..]

"Vida y enseñanzas de un lama tibetano". Guese Lobsang Tsultrim. 

Humildad: Actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce tanto los fracasos, como las debilidades y actúa sin orgullo.

[..]  Cada vez que adquirimos alguna cualidad admirable, 
algún conocimiento o habilidad específica, 
surge inmediatamente el or­gullo arruinando ese atributo positivo, 
cualquiera que sea. Im­buidos de nuestra persona, 
deslumbrados por nuestra propia be­lleza, inteligencia o saber, 
ya no vemos las extraordinarias cuali­dades de los maestros auténticos. 
A pesar de que la gente normal como nosotros tiene ciertas virtudes, 
éstas son menores compa­radas con las de los seres despiertos, 
y están ampliamente eclip­sadas por nuestras faltas. 
Por cierto, 
las virtudes por las que nos sentimos tan orgullosos son a menudo defectos enmascarados.
Así pues, todo el talento limitado e inestable que poseamos, 
no es para nada motivo de orgullo. 
Como dice el refrán: "El agua no puede acumularse en la cumbre de una montaña, 
y el verda­dero mérito no se acumula sobre la cresta del orgullo". 
El orgu­llo detiene el desarrollo de la devoción, la sabiduría y la compa­sión; 
nos cierra a las bendiciones del maestro e impide nuestro progreso espiritual. 
Para evitar los peligros que nos hace correr el orgullo, 
es importante aprender a conocerse y ser honesto consigo mismo.
Si lo analizas bien, el orgullo no está en lo que nos enorgulle­ce, 
sino que es producto de la mente. 
Se desvanece como la bru­ma matinal en cuanto uno permanece modesto y humilde en to­das las circunstancias. 
Una mente que no cae en las garras del or­gullo permanece en la sabiduría de la igualdad. [..]

[..]No corras tras el objeto de tu orgullo: mira la mente que lo aprehende.
la creencia en tu superioridad se libera en cuanto nace, vacía desde siempre,
esta vacuidad primordial no es otra que la sabiduría de la igualdad[..]

[..] no uses los meses y años pasados en retiro 
para reclamar el titulo de lama 
y sentirte orgulloso de “ser” un lama.[..]
 Nota que aparece al final del poema  
"EL CAMPO CREMATORIO DE SHITAVANA"
El gran maestro Padampa Sangye dijo una vez:
"Lo que condiciona a una persona, manteniéndola en el estado dualista, 
no son las circunstancias que surgen como parte de su visión karmica; 
es el apego o aferramiento que experimenta  hacia lo que surge, 
lo que hace que ello le condicione".
La forma de cortar este apego de la manera mas rápida y efectiva
es mediante la capacidad de liberación espontanea
inherente al Estado primordial.

Ahora bien,
el término "auto liberación" no debe hacemos concebir un "si mismo"
o ego existente de manera intrínseca que deba liberarse.
Como ya hemos visto,
el fundamento y punto de partida del nivel Dzogchen e
s el conocimiento de que todos los fenómenos son "vacíos de auto-naturaleza"
(o sea, el conocimiento de que ninguno de ellos existe de manera intrínseca).
La auto liberación del Dzogchen implica permitir
que cualquier manifestación en el campo de la experiencia del practicante surja tal como es,
sin juzgarla como buena o mala, bonita o fea.

Si no entran en juego el apego ni el aferramiento, aquello que surge —independientemente de que se trate de un pensamiento discursivo o de la conceptualización intuitiva de un fenómeno aparentemente externo— se liberara automáticamente por sí mismo en el preciso momento de su manifestación, sin que haga falta realizar esfuerzo alguno y sin que intervengan la volición o la intención.

Si practicamos de esta manera, las semillas de la planta venenosa de la visión dualista nunca tendrán la oportunidad de germinar y, por lo tanto, la indeseable planta jamás podrá echar raíces y crecer.

Así pues, el practicante de Dzogchen vive su vida de una manera ordinaria, sin tener que sujetarse a un código de reglas religiosas, pero sin que jamás se interrumpa su vivencia del Estado de inseparabilidad primordial, pues todo lo que surge como parte de su experiencia se integra con el Estado en cuestión sin que se manifieste signo externo alguno de estar practicando.

Esto es lo que indican los términos "autoliberación", "Dzogchen"o "Gran Perfección",
y "Contemplación no-dual" o "Contemplación" a secas.


Acaso no son la fijación y el aferramiento las raíces del samsara.
Cuando no hay más aferramiento hacia las situaciones dolorosas o placenteras, 
estamos liberados del samsara.

Como dijo Tilopa:

"No estás encade­nado por lo que experimentas, 
sino por tu aferramiento a ello, así pues, 
¡corta tu aferramiento, Naropa!
 
 

´